Molino del Marqués: el secreto mejor guardado de Cañete
Algunos alojamientos rurales son bonitos. Otros tienen encanto. Y luego está el molino del Marqués, donde directamente te plantearías convertirte en okupa si te dejaran.
En serio. Aquí no vienes solo a dormir. Vienes a contratar amnesia para olvidarte de los quehaceres diarios. A olvidar el móvil (aunque tenga wifi), a respirar naturaleza y a entender que vivir a otro ritmo no es una utopía, es una opción.
Luisa, la propietaria, te recibe con una sonrisa que vale más que cualquier check-in online. Se mueve de un lado a otro con la hiperactividad de quien ama lo que hace, y lo transmite en cada detalle del alojamiento. Gestionar un espacio así —con historia, con encanto y con dimensiones generosas— no es tarea fácil. Pero ella lo hace parecer sencillo.
Mientras charlamos, Milka, una border collie llena de energía, patrulla los alrededores en busca de algo que reunir. Ovejas no hay, pero cualquier hoja o sombra sirve para que la jornada sea intensa. También no deja de enredar a Roncel, un precioso burro que campa a sus anchas en su terreno.
El alojamiento
El Molino del Marqués tiene capacidad para grupos grandes, con todas las habitaciones equipadas con baño privado, lo que garantiza comodidad e intimidad para todos los huéspedes.
Es una casa muy amplia, con grandes espacios y muy luminosos, teniendo capacidad hasta para 28 personas, y se puede alquilar la casa completa o por habitaciones según temporada.




El río pasa por la finca y se desvía hasta la presa del antiguo molino, que hoy se ha convertido en la turbina que genera la energía que consume la casa.
El entorno: Cañete
Si el molino es un espectáculo, lo que lo rodea no se queda atrás. Cañete es uno de los pueblos con más historia y belleza de Cuenca. Sus murallas medievales, su castillo y el frescor de sus fuentes son la guinda perfecta para una escapada.
Naturaleza, patrimonio y cero estrés. ¿Qué más quieres?
Conclusión (o cómo resistirse...)
El Molino del Marqués es uno de esos lugares que no deberías visitar..., si no quieres enamorarte.
Porque cuando pruebes lo que es despertarte con el sonido del agua, o perder la noción del tiempo entre conversaciones y chimeneas encendidas, volver al ruido de la ciudad se te va a hacer bola.
Avisado quedas.
Si te ha gustado este artículo, puedes compartirlo: